Mis amigos y yo estamos preparándonos para nuestra tradicional fiesta de Halloween (“Día de Muertos” en mi país, “Noche de Brujas” en otros), y como toda fiesta que se precie, nos ha implicado algunos dolores de cabeza, y es que este año en particular no lo tenemos fácil: ya no encontramos el original disfraz que pueda hacernos ganar el premio a la mejor caracterización de la noche. Anualmente, al finalizar octubre, abrimos el baúl de los recuerdos y desempolvamos los mismos trajes gastados que nos sacan del apuro de tener que disfrazarnos, pero que rara vez nos hacen conseguir el premio que se obsequia para la ocasión. Si tomamos en cuenta que nuestros referentes a imitar son las clásicas películas de terror de la Universal como Drácula, Frankenstein, La Momia, El Hombre Lobo, La Criatura de la Laguna Negra y El Fantasma de la Ópera, ya se imaginarán que los disfraces de sus monstruos principales son los más trillados en toda fiesta de este tipo. Y es que en nuestro afán de ser original hasta un Santa Claus sangriento o un Grinch tal cual han salido galardonados en un certamen que se encuentra a un paso entre lo cutre y repetitivo. Ahora bien, disfrazarse de asesinos seriales, reales o fantásticos, de cintas como Halloween, Viernes 13, Pesadilla en Elm Street, Eso o Scream, tampoco ha resultado la mejor opción, pues en la celebración de cada año casi siempre hay tres o cuatro “Freddy Krugger” bailando con dos o tres “Maléficas” retomadas de La Bella Durmiente, o imitando a aquella reina-bruja de Blancanieves y los Siete Enanos. Grupos de amigos que llegan disfrazados de los personajes de El Show de Terror de Rocky, de las sádicas monjas de The Magdalene Sisters, y de series como La Familia Adams o Los Monsters, no pasan desapercibidos pero rara vez consiguen estar entre los tres primeros lugares. Lejos quedaron aquellos tiempos en que la estatura nos daba para nos vestirnos de personajes como Chucky, Leprechaun o esas simpáticas criaturas de Gremlins y Critters. Pero en la actualidad, ya se va haciendo costumbre que algunos piensen que solo basta con ponerse un traje negro, palidecerse el rostro y poner cara de pena para ser una digna representación del niño de El Sexto Sentido, o de maldito ojiverde para ser “Demian” de La Profecía; pero el colmo es estar embarazada y llegar al evento con bata maternal diciendo estar en espera de El Bebe de Rosemary, o llegar como predicador, con sombrero y tatuajes en los nudillos cual Robert Mitchum en La Noche del Cazador, o más aún, arribar a la fiesta en camisón de dormir, con el cabello despeinado, con ojeras, labios partidos, con la cara verdosa y ajada simulando los golpes de un novio violento, vomitar a los presentes a media noche y creerse Linda Blair en El Exorcista...
En el Halloween de hace dos años atrás, por ejemplo, la caracterización más socorrida fue la de tipos mal peinados y rengueando simulando ser Javier Bardem en la oscarizada No Country for Old Men, y el año pasado, entre el desfile de adolescentes escuálidos y paliduchos inspirados en Robert Pattison de Crepúsculo, todavía se rescataban botargas de Shrek y entallados disfraces de Spider-Man, pero el ganador del premio en efectivo al Mejor Disfraz fue para un amigo vestido con chaleco verde, saco purpura, cabello amarillento, rostro blanquecino y sonrisa mal dibujada, como si se la hubieran cocido a la fuerza. Era la viva imagen del fallecido Heath Ledger y su Guasón (The Joker) en Batman: The Dark Knight. Pero este año quién sabe quién y por qué disfraz se llevará el premio, seguramente el tema de moda será homenajear a Michael Jackson, ídolo que por sí mismo ya era todo un disfraz; por ahora ya he empezado a revisar algunas películas de terror y de otros géneros que puedan aportarme ideas sobre cuál será mi caracterización para esta macabra celebración, monstruos no tan vistos, personajes interesantes que causen escalofríos, dispuestos en 15 filmes que valen la pena revisar por estas fechas, porque disfrazarme de Harry Potter, elfo, hobbit o fauno, ya lo he intentado y nomás no gano otro cosa que las burlas de mis compañeros, burlas que me han hecho sentir en más de una ocasión ganas de subir al escenario de premiación, con mis ropas bañadas en sangre, y usar mis poderes telequinéticos para iniciar una masacre estudiantil como lo hacía Sissy Spacek en Carrie al recordar las advertencias de su madre: “Todos se van a reír de ti”… Lo juro, ganas me dan…
Primo hermano de los disfraces para calabaza para la temporada de brujas, sería acudir vestido a la celebración en Halloween nada menos que de tomate asesino, con afilados colmillos y apetito voraz. ¿Se necesita decir más sobre este filme de culto, cutre y de serie Z?
Del Crepúsculo al Amanecer / Abierto hasta el Amanecer (From Dusk Till Dawn, Robert Rodríguez, 1996)
George Clooney y Quentin Tarantino son dos hermanos atracadores de bancos que son perseguidos por el F.B.I. y la policía de Texas cuando escapan con tres rehenes. Al cruzar la frontera con México, los criminales y sus víctimas llegan a un bar de mala muerte donde el show principal está a cargo de una escultural Salma Hayek, bailando con un pitón en medio de las llamas del escenario. La sorpresa será que ella es una más de los monstruos chupasangre que se aglomeran en esa cantina para sacar algo más que el dinero a sus incautos visitantes.
Miseria (Misery, Rob Reiner, 1990)
Kathy Bates ganó el Oscar por su encarnación de una fan de las novelas de James Caan, pero lo que hace a este personaje terrorífico es que secuestra al escritor, lo obliga a escribir lo que ella quiere, y además, para tenerlo a su merced, es capaz de destrozarle los tobillos a martillazo limpio. ¡Auch, que dolor! Basada en un relato de Stephen King.
Una invidente Audrey Hepburn es atormentada en su departamento por un maestro del disfraz (Alan Arkin) que se empeña en dar con el paradero de una muñeca cargada de polvo blanco que una misteriosa mujer dio a guardar al esposo de la Hepburn. La cieguita se las arregla para sobrevivir al acecho de este rufián y sus secuaces e igualar las condiciones de oscuridad para ambos. ¡Una joya del suspenso!
Fausto (Faust – Eine Deutsch Volkssage, F.W. Murnau, 1926)
Un solo filme con diferentes versiones para cada país donde se proyectó durante el esplendor del cine mudo. Murnau retoma la obra de Goethe donde Dios y el Diablo se juegan una apuesta por el alma de Fausto (Gösta Ekman), hombre anciano empeñado en encontrar el elixir de la vida; cansado de sus fracasos decide venderle su alma al diablo a cambio de juventud y placeres carnales. Fausto recorre distintos lugares y se cansa de todo y de todos. Mephisto (Emil Jannings), el enviado de Satanás, intentará hacerlo caer una y otra vez en el pecado, pero pronto se enamora de la bella Margarita (Camilla Horn) y al parecer, ella puede lograr su redención.
Fenómenos / La Parada de los Monstruos (Freaks, Tod Browning, 1932)
Sensacional película de horror en la que los deformes personajes de circo ambulante toman cruel venganza de los desprecios de una acróbata (Olga Baclanova) que intentaba enamorar a un enano (Harry Earles) para quedarse con sus ahorros.
El Gabinete del Dr. Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, Robert Wiene, 1920)
Obra maestra del expresionismo alemán, narración de un loco donde se cuenta el caso del Dr. Caligari (Werner Krauss), misterioso personaje que usa su poder en el sonámbulo Cesare (Conrad Veidt) para predecir el futuro en un acto de feria, y tras bambalinas, obligarlo a cometer crímenes a su favor.
Veneno para las Hadas (Carlos Enrique Taboada, 1984)
Esta desconocida cinta para muchos, nos narra las desastrosas consecuencias que acarrea la crueldad infantil, cuando una niña (Ana Patricia Rojo) de clase media hace creer a su compañera de colegio (Elsa María Gutiérrez), de familia de buena posición económica, que ella en realidad es una bruja y que si no le cumple todos sus caprichos atentará contra la vida de sus seres queridos. Con escasa aparición de rostros adultos y con una atmosfera bien conseguida, este es un filme de culto del género de horror del cine mexicano. La aparición de una verdadera bruja hacia el final del metraje, cuando están preparando un veneno para las hadas, traerá un desenlace sorpresivo.
Entrevista con el Vampiro (Interview with the Vampire, Neil Jordan, 1994)
Anne Rice adapta su propia novela, y para ello lo hace colocando a la cabeza de estas crónicas vampíricas a galanes de la pantalla como Tom Cruise, Brad Pitt y Antonio Banderas. Esa relación amor-odio entre los personajes, y la reflexión sobre cómo afecta el paso de los siglos a estos personajes inmortales, es la esencia del filme y todo un referente en el cine de vampiros.
Repulsión (Roman Polanski, 1965)
Una reprimida y atormentada Catherine Deneuve desciende las escaleras de la locura los días en que se queda sola encerrada en su departamento, pero lo que al principio parecía ser una chica introvertida, inocente, se posiciona como una asesina de psique destructiva.
El Fantasma de la Ópera (Il Fantasma dell’Opera, Dario Argento, 1998)
Una versión más de la novela de Gaston Leroux que posee el atractivo de tener una atmosfera más terrorífica que sus predecesoras, y donde el fantasma (Julian Sands) no está desfigurado del rostro, lo que lo hace enigmático y horrible es que tiene como criadoras y fieles compañeras a las ratas de las profundidades de la gran Ópera de París, y su relación con Christine (Asia Argento) no es tan romántica como erótica y posesiva.
Blanca Nieves en el Bosque Negro (Snow White: A Tale of Terror, Michael Cohn, 1997)
Terrorífica adaptación para la televisión del famoso cuento de los Hermanos Grimm, nominada a tres Premios Emmys, y en la que Sigourney Weaver interpreta a la reina malvada que quiere destruir a su hijastra (Monica Keena) por ser más superior en belleza. Bastante apegado al relato original, en este filme no hay enanitos ni animales hacendosos, pero sí un grupo de siete hombres que trabajan en el bosque, uno de ellos se enamora de la princesa con piel tan blanca como la nieve, llamada “Liliana”, y por si fuera poco, el príncipe azul termina cayendo en la cama de la madrastra.
Cronos (La Invención de Cronos, Guillermo del Toro, 1993)
Ganadora de 8 premios Ariel de la Academia de Cine Mexicano, y un premio especial en el Festival de Cannes, esta ópera primera de su hoy reconocido director nos cuenta la historia de un alquimista español que en 1535, escapando de la Inquisición llega a Veracruz, donde goza de una vida longeva gracias a un aparato de su invención. El aparato, llamado Cronos, es capaz de otorgar vida eterna. Cuatrocientos años más tarde el aparato reaparece en el anticuario de Jesús Gris (Federico Luppi), suscitando una ensañada persecución por parte del industrial Dieter de la Guardia (Claudio Brook) y de su sobrino Ángel (Ron Pearlman). Jesús solo le revelará el secreto a su sobrina Aurora (Tamara Shanath), que es testigo silenciosa de cómo ese artefacto dorado comienza a ejercer tal fascinación en su tío como si se tratara de un animal vivo.
Faye Dunaway está excelente encarnando a una de las divas del Hollywood clásico, Joan Crawford, que gracias a esta biografía basada en la novela de la hija adoptiva de la actriz, se convierte en un monstruo de esos que dan escalofríos cuando aparecen en pantalla para descargar su furia sobre inocentes y virginales criaturas. En bata, con mascarilla facial y con perchas en las manos, gritando furiosa eso de “¡No quiero ganchos de alambre jamás…!” es un buen motivo para emular.
Baby Jane Hudson (Bette Davis), la ex actriz infantil venida a menos, dando una paliza a su paralitica hermana (Crawford) y eterna rival en el cine, la convierten quizá en el mejor monstruo no fantástico que ha dado el celuloide. Patética y magistral al mismo tiempo, la Davis se gana con este personaje todo el respeto de los fanáticos del cine de horror, sino, que le pregunten a la pobre “Blanche” mientras está amordazada y amarrada a su cama esperando un desenlace fatal.
Lo he decidido: me pondré una peluca de Ricitos de Oro, el vestido blanco de la niñez de mi abuela, me maquillaré el rostro cual payaso de circo, pintaré un lunar en mi mejilla, y aprenderé la canción “Escribí una carta a Papá” para entonarla con un dejo de melancolía y sobreactuada en el momento en que pase a recibir mi premio. Noche de Brujas: a ti me uniré.