domingo, 17 de abril de 2011

Las 100 Mejores Películas del Cine Mexicano (VIII)



21.- Tiburoneros (Luis Alcoriza, 1972)

Drama Rural. El capitalino Aurelio (Julio Aldama) ha pasado tres años como pescador en la costa tabasqueña. Atrás quedaron una familia que es casi un recuerdo y una vida muy distinta en la gran ciudad. El presente es la costa, la pesca del tiburón y Manela (Dacia Gónzalez), una joven lugareña que vive a gusto su romance con Aurelio...

En la cola del neorrealismo italiano ciertos productores apostaron por un "neorrealismo mexicano". Por ejemplo Antonio Matouk, de origen Libanés, productor de Tiburoneros y otras películas de Alcoriza, era además de un productor colmilludo "un tipo sensible", y pensaba que se podía hacer cine diferente del habitual, que contara historias nacionales, pero que también dejara dinero. Y tampoco olvidemos que Luis Alcoriza era español, por lo que seguramente tuvo un contacto más cercano con el neorrealismo italiano. Con esta historia, Alcoriza logra contar lo que él quería pero sin romper las reglas comerciales: "que haya una historia de amor, triste o feliz pero que la haya, que aparezca algún actor famoso (Julio Aldama), y un personaje chistoso (aquí hay dos, el Pigüa y el borrachito). Habiendo resuelto esto, Alcoriza se permitió apostar por actores desconocidos y con poca experiencia, filmar en blanco y negro (aunque ya era habitual el color) y rodar casi toda la película en exteriores, cosa que era difícil en ese tiempo (no había equipo portátil, todo era grande y pesado, por lo que en los estudios se hacía todo, y se construían escenografías hasta de campos y ríos; un crew mínimo era de 58 personas). A mediados de los 60 surgió el formato 16 mm, lo cual significó el inicio del cine independiente en México, pero Alcoriza se las ingenió para filmar siempre en 35 mm.

Claro que para cuando Alcoriza hizo Tiburoneros en 1963 ya era un cineasta con mucha experiencia. Había escrito más de 50 películas, entre ellas Los Olvidados (1950) y El Ángel Exterminador (1962) con Luis Buñuel, La Hija del Engaño (1951) con Janet Alcoriza, Tlayucan (1962), la cual también dirigió y que le valió una nominación al Oscar y una Diosa de Plata, y Los Jóvenes (1961), su ópera prima como director que estuvo nominada al Oso de Oro en el Festival de Berlín. Con Tiburoneros obtuvo por segunda vez la Diosa de Plata a Mejor Película de los Periodistas Cinematográficos de México, y dos años más tarde, con la última de "las tres T", Tarahumara, obtendría en Cannes un premio de la crítica y una nominación a la Palma de Oro. En 1963 Alcoriza había adquirido mucho oficio y "tenía cosas que contar", pero además era un gran observador y tenía muy buen oído para los diálogos. Independientemente del reconocimiento en festivales, Alcoriza logró un cine que "permanece en el imaginario mexicano", un verdadero cine de autor.

La libertad es el tema central de Tiburoneros, una cinta fresca y libre del sentimentalismo con el que se suele presentar la historia de un citadino que encuentra la felicidad lejos de la gran ciudad. Sin idealizar el entorno tropical que rodea al protagonista, Alcoriza planteó en Tiburoneros la posibilidad de lograr la libertad a partir de la voluntad individual del ser humano. Aurelio ha decidido quedarse en la costa y ser pescador no porque viva en el paraíso, ni porque aborrezca la ciudad, sino porque simplemente allí le gustó vivir. En contraste con el moralismo propio del cine mexicano de su época, en Tiburoneros, el director decidió no juzgar a sus personajes por lo que hacen o dicen, sino dejarlos ser, en completa libertad. El resultado fue una película que contribuyó a la renovación del cine mexicano y motivó a otros cineastas a ofrecer propuestas temáticas y estéticas acordes con los nuevos tiempos.











22.- Distinto Amanecer (Julio Bracho, 1943)

Drama urbano. Un líder sindical es asesinado por órdenes del corrupto gobernador Vidal (Enrique Uthoff). Octavio (Pedro Armendáriz), compañero del occiso, busca unos documentos que comprometen al asesino. Perseguido por los esbirros de Vidal, Octavio se encuentra en un cine con Julieta (Andrea Palma), una antigua compañera de la universidad de la cual estuvo enamorado, y que lo ayuda a esconderse. Un día, Julieta tiene que matar a un hombre para salvar los documentos, y posteriormente, las circunstancias la obligan a pasar una noche junto a Octavio, mientras se debate entre el amor que siente hacia él y el compromiso que tiene con su familia, pues ella está casada con un amargado burócrata (Alberto Galán), y deberá decidir si se marcha con Octavio o se queda al lado de su esposo...

Con Europa y los Estados Unidos en guerra, el cine mexicano aprovechó una oportunidad única en su historia para convertirse en una industria capaz de exportar sus productos a otros países de habla española. Poco después de la entrada de los Estados Unidos al conflicto, México declaró la guerra a las potencias del Eje. Esta situación colocó a nuestro país en una posición privilegiada ante la escasez de celuloide, materia prima para la producción de películas. Argentina y España, principales competidoras de México, mantenían nexos evidentes con Alemania e Italia por lo que no recibieron ayuda de los Estados Unidos para continuar con su producción. Sin embargo, sería injusto atribuir sólo a la ayuda norteamericana o a las condiciones favorables de mercado los logros del cine mexicano de esta época de oro. La rápida expansión de la industria del cine en México se explica también por la consolidación de sus sistemas de producción y por la calidad de sus productos.

Distinto Amanecer es un ejemplo clásico del cine de esta primera etapa de la época de oro. El filme del director Julio Bracho -un intelectual de extracción teatral- posee una excelente factura técnica y destaca por su acertada combinación de excelentes actuaciones y una trama de actualidad ambientada espléndidamente en locaciones reales, algo inusual para el cine que se había hecho hasta ese momento. Alabada por la crítica mexicana como una de las mejores películas de su tiempo, Distinto Amanecer muestra a un cine mexicano alejado de los estereotipos rurales que se popularizaron a raíz del éxito de Allá en el Rancho Grande (1936). La gran protagonista de esta cinta es la ciudad -la metrópolis en que se estaba convirtiendo la capital mexicana- con sus ambientes sórdidos y personajes corruptos. Si la ciudad de México se estaba volviendo un sitio cosmopolita, el cine que se producía en ella reflejaba esta transformación. Al terminar la década de los cuarenta, los ambientes rurales terminarían por ceder el paso a los entornos urbanos, en medio de los cuales surgirían nuevas estrellas como David Silva, Pedro Infante o Ninón Sevilla, quienes encarnarían a los obreros y cabareteras, arquetipos de la nueva realidad urbana del país.

Don Julio debutó con el pie derecho en el cine, en 1941 con la estupenda comedia de nostalgia porfiriana ¡Ay que Tiempos Señor Don Simón!, con Arturo de Cordova, Joaquín Pardavé y Mapy Cortés. Al año siguiente obtuvo otro éxito con Historia de un Gran Amor, estelarizada por esa pareja inolvidable de nuestro cine que fueron Jorge Negrete y Gloria Marín, a la cual el tiempo ha maltratado de manera inmisericorde, al grado de que Ayala Blanco la definió en su libro “La Aventura del Cine Mexicano” como un himno a la cursilería y al discurso pseudo literario. Su cuarto filme fue Distinto Amanecer, inspirado en "La Vida Conyugal" de Max Aub, y se trata de la mejor cinta de Don Julio y la cual estuvo a punto de ser una verdadera obra maestra, si como decía Salvador Elizondo en su ensayo “Moral Sexual y Moraleja en el Cine Mexicano”: “…los personajes sucumbieran a la pasión amorosa tramada desde el principio”.










23.- Río Escondido (Emilio Fernández, 1947)

Drama rural. Por encargo del propio presidente de la república y a pesar de que está enferma del corazón, la maestra rural Rosaura Salazar (María Félix) sale rumbo al pueblo de Río Escondido para encargarse de la escuela que lleva meses cerrada. Tras su llegada, Rosaura debe enfrentar al cacique Regino Sandoval (Carlos López Moctezuma), quien explota y niega el agua a los campesinos y ha clausurado la escuela. Pero el problema para Rosaura aumenta cuando Regino se enamora de ella...

El academicismo estético de Emilio Fernández y su tendencia al didactismo llegaron a un punto culminante con Río Escondido, cinta polémica desde su estreno debido a los excesos fotogénicos y demagógicos que desbordan sus imágenes. Fernández llegó al extremo de fotografiar en Technicolor una secuencia en la que muestra los murales pintados por Diego Rivera en el Palacio Nacional, mientras la campana de Dolores y el patio de Palacio "platican" con María Félix. Estas imágenes, desgraciadamente, han llegado a nuestros días sin sus colores originales. La historia de la humilde maestra rural -encomendada por el mismísimo presidente de la república para llevar la educación a un pueblo apartado de la civilización- se antoja, en un principio, bastante improbable. La plasticidad de sus imágenes lleva a la película peligrosamente al borde del empalago. Sin embargo, la fuerza y el convencimiento que María Félix, Domingo Soler y Carlos López Moctezuma imprimen a sus actuaciones terminan convirtiendo a Río Escondido en una de las grandes tragedias filmadas por el cine mexicano.

Si el estilo Fernández-Figueroa llega a sus máximos delirios con Río Escondido, María Félix sorprende con una de sus actuaciones más mesuradas, por la que ganó el Ariel como Mejor Actriz en 1949. La cinta recibió 11 nominaciones, de las cuales perdió únicamente dos, Mejor Escenografía y Mejor Actor de Cuadro (Eduardo Arozamena). Obtuvo las estatuillas de Mejor Película, Director, Actriz, Actor (Carlos López Moctezuma), Actuación Infantil (Jaime Jiménez Pons), Fotografía (Gabriel Figueroa), Argumento Original (Mauricio Magdaleno, Emilio Fernández), Música de Fondo y como Película de Mayor Interés Nacional.












24.- La Oveja Negra (Ismael Rodríguez, 1949)

Drama rural. En un pueblo del norte, la familia Treviño es reflejo de una estructura familiar-jerárquica poco favorecedora, donde el padre es pilar, única palabra y último controlador de todo a su alrededor. Don Cruz Treviño, el padre (Fernando Soler), es un cúmulo de defectos a diferencia de su hijo Silvano (Pedro Infante), un joven bondadoso e incapaz de juzgar a su progenitor. Cruz sin embargo lo trata como un niño por lo cual siempre hay pleitos entre los dos. Una exnovia de Silvano (Virginia Serret), quiere reanudar la relación con él y para presionarlo se hace novia de Cruz, quien causa un gran dolor a su esposa Bibiana (Dalia Iñiguez), la cual enferma. Los desatinos de don Cruz lo conducirán inevitablemente a un terrible enfrentamiento con su hijo por un puesto público y por aquella mujer. Silvano romperá su compromiso con su novia Marielba (Amanda del Llano) para que su padre pueda volver al lado de su abnegada madre...

La Oveja Negra es considerada como una de las mejores películas del cine mexicano de todos los tiempos. Filmada en 1949, esta producción de Ismael Rodríguez presenta las que quizás fueron las mejores actuaciones de las carreras de Fernando Soler y Pedro Infante (éste último fue nominado al Ariel como Mejor Actor, única candidatura que obtuvo la cinta). La trama gira alrededor de una familia provinciana conservadora, a la que el padre ha llevado una serie de desgracias debido a su enorme soberbia y al ejercicio incuestionable de su autoridad. Don Cruz Treviño Martínez y de la Garza, personaje interpretado por Fernando Soler, complica la vida de todos los que lo rodean. Su machismo exacerbado lo conduce a frecuentes deslices, aunque siempre regrese a pedirle perdón a Bibiana, la única mujer que en realidad lo ama. De todos los personajes a su alrededor, la única que puede dominarlo es Agustina, la nana que lo ha cuidado desde su niñez. Este personaje, interpretado por la estupenda Amelia Wilhelmy -célebre por su creación de “La Guayaba” en la popular cinta Nosotros los Pobres (1947)- es, para muchos admiradores de La Oveja Negra, quien literalmente se "roba" cada escena de la película.

Como varias de las películas de la mancuerna Rodríguez-Infante, La Oveja Negra forma parte de un díptico cuya continuación, No desearás la mujer de tu hijo (1949), posee un tono más sombrío. Esta tendencia a mezclar situaciones simpáticas con otras de extremo dramatismo ha provocado que algunos críticos califiquen a Rodríguez como un director "tremendista" y manipulador del sentimentalismo más burdo. Lo cierto es que pocos directores han sido tan sensibles como él a eso que llamamos el "alma del mexicano".













25.- La Otra (Roberto Gavaldón, 1946)

Drama Policiaco. Magdalena y María (ambas interpretadas por Dolores del Río) son hermanas gemelas que la vida ha llevado por caminos separados. La primera de ellas es rica y viuda; la segunda es una pobre diablo que trabaja de manicurista, envidia a su hermana y su status de vida. La desesperación y la ambición llevan a María a asesinar a su hermana simulando que se trata de un suicidio, y se hace pasar por ella, sin imaginarse que el destino le tiene reservada una cruel sorpresa...

Esta película, espléndidamente fotografiada por Alex Phillips, significó la primera colaboración del escritor José Revueltas con el director Gavaldón y si bien, una película americana A Stolen Life de Curtis Bernhardt, también de 1946, protagonizada por Bette Davis, plantea el mismo tema, las dos cintas proceden de fuentes literarias distintas, la obra de Gavaldón es una adaptación de un cuento de Rian James y la película de Bernhardt se basa en una novela de Karel J. Benes. Agustín Irusta, Víctor Junco, José Baviera y Carlos Villarías complementan el reparto de esta cinta que fue nominada a 6 premios Ariel: Mejor Director, Mejor Actriz, Mejor Fotografía, Actuación Secundaria (Víctor Junco) y Música de Fondo, ganando sólo la estatuilla por Mejor Adaptación.












26.- Reed, México Insurgente (Paul Leduc, 1970)

Drama revolucionario. John Reed fue un periodista de los Estados Unidos que estuvo en México en los días de la revolución. Llegó en 1911, como corresponsal de guerra de un medio de Estados Unidos. Realizó entrevistas, crónicas. Conoció a Pancho Villa. Publicó un libro llamado "México Insurgente", de quien la película de Leduc toma el nombre. Reed también estuvo en la Revolución Rusa, sobre la que escribió el libro clásico: "Diez días que conmovieron al mundo". Fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Estados Unidos. Murió en Moscú, en 1920, a los 32 años. La película presenta historias recogidos por él en México, en 1913 y 1914, desde su llegada al país, su trabajo de cronista realizado desde el ejército del general Urbina (Eduardo López Rojas), su amistad con uno de sus comandantes (Hugo Velázquez), la derrota de éste ejército a mano de los colorados, así como una visita de John Reed (Claudio Obregón) a Venustiano Carranza (Enrique Alatorre), que sería presidente de México, y el reportaje realizado al veinteañero Pancho Villa (Eraclio Zepeda), y la toma de Gómez Palacio...

Si bien es cierto que la producción de Paul Leduc fue uno de los tres filmes que en 1973 ganaron en empate el Ariel como Mejor Película, su traslación para la gran pantalla de las memorias de John Reed, siempre será recordada por ser la primera película que retrató fielmente la revolución mexicana de principios del siglo XX, con un Pancho Villa repleto de orgullo por tener un periodista tan interesado en sus hazañas, pero con un ritmo carente de dinamismo -al punto del aburrimiento o la monotonía- que tuvo la interpretación de autenticidad. Es destacable la graciosa imitación del estilo cinematográfico de esos años, tanto con un metraje color sepia como utilizando técnicas tan "del momento" como el cierre de iris o la introducción de los capítulos utilizando la imagen de un cartel blanco sobre fondo negro. Pero, igualmente, es demasiado notable el hecho de estar recreando la historia... ni siquiera de contarla. Actores que se antojan demasiado noveles para esta trama y que restan veracidad al México de antaño (Claudio Obregón en nada se parece a John Reed; además de que se presenta ¡hablando totalmente en español sin nada de acento), un desarrollo más que lento y, para rematarlo, un final demasiado precipitado (aunque hay que reconocer que impactante, después de tanto sopor), hacen que sea sólo recomendable para autóctonos nostálgicos de su historia o con ganas de conocerla desde el punto de vista de un "gringo". Si bien John Reed no es un testigo pasivo de los acontecimientos. No es solamente un ojo, una cámara fotográfica, una lapicera que los registra. Leduc lo muestra como un hombre que lucha contra el miedo. Alguien que vacila entre su papel de espectador, de periodista, y su deseo de participar como combatiente.














27.- Nosotros los Pobres (Ismael Rodríguez, 1947)

Melodrama arrabalero. El simpático pero humilde carpintero Pepe El Toro (Pedro Infante) vive en un barrio pobre de la ciudad de México, junto a su madre paralítica (María Gentil Arcos) y su hija adoptiva “Chachita” (Evita Muñóz), quien no sabe que él no es su verdadero padre. Además, tiene a una hermana (Carmen Montejo) dedicada a la mala vida, enferma de tisis, y es novio de Celia “La Chorreada” (Blanca Estela Pavón), una de sus vecinas con quien planea casarse. Ayudados por un pintoresco grupo de vecinos y amigos, Pepe y su familia librarán una ardua batalla contra la injusticia cuando él es acusado de un asesinato que no cometió...

El argumento cinematográfico de Nosotros los Pobres es de Ismael Rodríguez Ruelas y Pedro de Urdimalas, este último es quien interpreta en la cinta a un cargador de apodo el "Topillos", y quien escribió originalmente una serie radiofónica que obtuvo gran popularidad con el título de "Una tumba para llorar", donde se narraba la historia de una niña apodada "Viruta", por ser hija de un carpintero, que era simpático, enamorado y muy pobre, pero trabajador y honrado. El personaje de "Viruta", la hija, fue el que interpretó Evita Muñoz "Chachita" en la cinta, cambiándole solo el apodo de "Viruta", por el de la joven estrella, ya que la radionovela sirvió de base al argumento cinematográfico de la cinta, cuya última frase la dice "Chachita", contestando una pregunta de otro personaje: "No Señora, ahora ya tengo una tumba donde llorar".

Contra lo que pudiera pensarse acerca de la espontaneidad de este fenómeno, el éxito de Nosotros los Pobres fue previsto por su realizador desde antes de su filmación. Las dos colaboraciones previas entre Ismael Rodríguez y Pedro Infante -Los Tres García (1946) y su secuela Vuelven los García (1946)- habían convertido al actor y cantante en un ídolo popular, especialmente entre el público que abarrotaba las salas de "segunda corrida". De ahí que Rodríguez decidiera estrenar Nosotros los Pobres en el cine "Colonial", una sala ubicada cerca del populoso barrio de la Merced en la Ciudad de México. Lo que jamás imaginó Rodríguez fue lo que vendría después. Conquistado el público de artesanos humildes, pequeños comerciantes y obreros recién llegados del campo, que convirtieron a la cinta en la película más taquillera del cine mexicano de aquella época, y que continuaría aumentando su audiencia gracias a la televisión, medio que la transmitiría en innumerables ocasiones y que perpetuaría su éxito entre las nuevas generaciones de mexicanos. Y por todos los mexicanos es recordada aquella canción inspiración del compositor Manuel Esperón: "Amorcito Corazón". Aquí es donde se canta, y se chifla. Las grandes actuaciones de Pedro Infante y Evita Muñoz "Chachita", al igual que las de sus compañeros Blanca Estela Pavón, Delia Magaña, Carmen Montejo, Miguel Inclán, Katy Jurado, entre otros, causó gran éxito, tanto que hicieron dos películas más como continuación de la misma: Ustedes los Ricos (1948) y Pepe El Toro (1953).














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