viernes, 8 de enero de 2010

Luise Rainer: 100 Años de Vida (Parte I, La Alemana que triunfó en Hollywood)


El próximo 12 de enero llega al centenario de su nacimiento una de las actrices más olvidadas de la historia del cine mundial, protagonista de poco más de una decena de filmes pero ganadora como pocas de dos estatuillas del máximo premio al que puede aspirar todo persona relacionada con el séptimo arte. Si de nacionalidades hablamos, quizá la actriz alemana más famosa de la historia haya sido Marlene Dietrich, una belleza que sin embargo nunca encantó a la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Por eso hablar hoy de Luise Rainer es hablar de una actriz alemana con suerte, una chica que alcanzó el estrellato muy pronto pero que por decisión propia decidió alejarse del mundo de vanidades al que había llegado. No son Elizabeth Taylor ni Lauren Bacall las actrices más viejas que siguen estando con nosotros, claro que no, ese honor le corresponde a ella, a la Rainer, quizás la última superviviente que nos queda de ese Hollywood dorado al que tanto amamos y compañera de trabajo de aquellas estrellas que se han ido a bocanadas a lo largo del siglo que transcurrió y del nuevo que ha empezado a escaparse. Ya sabemos que una jovencita como Brittany Murphy no llegó despierta al 2010, por eso hablar hoy de Luise Rainer, es hablar de sus 100 inviernos, es hablar de su victoria en la ceremonia del Oscar, es hablar del ostracismo autoimpuesto, es hablar de su triunfo sobre la vida…




Luise Rainer Königsberger nació en Düsseldorf, Alemania, el 12 de enero de 1910, en una próspera familia judía, y desde muy joven abrazó el mundo teatral. Hizo su primera aparición sobre un escenario en el Dumont Theatre de Düsseldorf en 1928. Como joven actriz fue descubierta por el legendario productor y director teatral Max Reinhardt, y se integró como parte de su compañía en Viena, Austria. “Yo suponía que era muy talentosa y él había oído hablar de mí. Él quería que yo fuera parte de su teatro”, explicó la menuda actriz (medía 1.63 m.) en una entrevista concedida en 1997. Luego de dos años bajo su tutela, Rainer se convirtió en una popular intérprete del escenario reconocida en Viena y Berlín a principios de 1930. En 1932 debutó en el cine de su país y luego de tres películas dio por terminada su carrera en Europa cuando Adolf Hitler consolidó su poder en Alemania. Rainer había sido vista por un cazatalentos americano que le ofreció un contrato de siete años con el estudio más grande de Hollywood, la Metro-Goldwyn-Mayer. Con 25 años de edad, la actriz aceptó el contrato y emigró a los Estados Unidos, estudió inglés e hizo su debut con la comedia romántica Escapade (Robert Z. Leonard, 1935), en sustitución de Myrna Loy como el personaje femenino principal. Ahí tuvo la suerte de tener como compañero de reparto a William Powell, quien fue su mentor al enseñarla como actuar con naturalidad frente a la cámara. Powell, a quien Rainer recuerda como “un hombre querido” y “una persona muy fina”, presionó a Louis B. Mayer para hacerla una estrella. Y durante el rodaje la actriz conoció y se enamoró del escritor de ideas izquierdistas Clifford Odets, que iniciaba la cúspide de su fama en los escenarios de Broadway y que llegaba a Hollywood para encargarse del guión de El General Murió al Amanecer (The General Died at Dawn, Lewis Milestone, 1936).




Tras el rodaje de Escapade, la MGM preparaba un lujoso musical basado en la vida del productor teatral Florenz Ziegfeld Jr., creador de los exitosos espectáculos de revista “Ziegfeld Follies” que tan en boga estuvieron durante la década de los años 10’s. Los protagonistas serían una de las parejas cinematográficas más populares del cine de los treintas: William Powell como el productor y Myrna Loy como su segunda esposa, la actriz “Billie Burke” (la célebre “Glinda” de El Mago de Oz, 1939). Luise Rainer fue contratada para El Gran Ziegfeld (The Great Ziegfeld, Robert Z. Leonard) gracias a la recomendación que de ella hizo Powell a Louis B. Mayer, el poderoso magnate de la productora del león. Se cuenta que el actor fue con Mayer y le dijo: “Tú harás de esta chica una estrella , o yo quedaré como un idiota”. Y así fue como Rainer, a pesar de que nunca había oído hablar de la primera esposa de Ziegfeld, la actriz y cantante polaca “Anna Held”, obtuvo el papel que le conseguiría la fama instantánea y su primera candidatura al Premio de la Academia.







Las nominaciones para premiar a la Mejor Actriz de 1936 estaban de la siguiente manera:

a) Gladys George, una excelente actriz a menudo desperdiciada en roles secundarios, competía en su única nominación por Carrie, la Mujer Valiente (Valiant is the Word for Carrie, Wesley Ruggles), un melodrama donde encarna a una sacrificada mujer sin dinero, reputación o amigos, quien por el amor de dos niños huérfanos monta un negocio de lavandería con éxito, aunque al paso del tiempo su pasado comienza a atormentarla.

b) Irene Dunne cosechaba una segunda nominación por su primer rol cómico como la famosa escritora “Teodora Lynn” en la cinta Los Pecados de Teodora (Theodora Goes Wild, Richard Boleslawski).

c) La consumada y ya premiada Norma Shearer, compite por su encarnación de la heroína romántica en la lujosa adaptación de la obra shakesperiana Romeo y Julieta (Romeo and Juliet, George Cukor).

d) Por su actuación en Al Servicio de las Damas (My Man Godfrey, Gregory La Cava), Carole Lombard consiguió también la única nominación de su carrera.

Pero la ganadora como Mejor Actriz del año, según el Círculo de Críticos Cinematográficos de Nueva York y según la Academia, fue nada menos que Luise Rainer, que a sus 26 años cautivó a todos con un rol menor, en el que apenas era su segundo filme en Hollywood, llevándose la estatuilla sobre excepcionales actrices que tenían el peso protagónico en las cintas por las que fueron nominadas, y sobre todo, triunfó por encima de la gran favorita de la ceremonia, la Lombard. Myrna Loy ni siquiera estuvo nominada por sus trabajos este año, y en El Gran Ziegfeld es desaprovechada al aparecer hasta pasados los primeros 130 minutos del filme. Pese a todo, Luise Rainer está estupenda y bastante divertida. Su personaje es el más desarrollado de las dos esposas de Ziegfeld, la que el empresario lleva a la fama en Estados Unidos y a la que termina engañando. Los factores que le trajeron el reconocimiento Oscaril se atribuyen generalmente a su valentía para el canto en sus escenas musicales y, especialmente, a su emocional y conmovedora escena del teléfono en donde, llorando, felicita a su ex esposo “Flo” en su próximo matrimonio con “Billie Burke”, escena para la cual la actriz nutrió su interpretación del material contenido en una obra de Jean Cocteau titulada “Una Conversación Telefónica”.




Una interprete inconformista que se sentía fuera de lugar en el mundo de oropel, apariencia y vanidad que regían a la Meca del Cine, Rainer se rehusó a aceptar el valor de Hollywood. El 4 de Marzo de 1937 acaeció la noche de los Oscar, y ella no hubiera querido asistir de no ser porque Louis B. Mayer la llamó a su casa ordenándole presentarse a la ceremonia, pues se sabía por donde iba el premio. Los nombres de los ganadores habían sido entregados a los reporteros de la prensa de la Costa Este al cierre de su edición nocturna. La ceremonia estaba empezando, y luego de que un publicista de la MGM tuvo la oportunidad de comprobar los resultados que se imprimían en los periódicos, corrió hacia el teléfono para decirle a su jefe (Mayer) el motivo por el que Rainer debía llegar a la premiación. Era 1937 y Mayer estaba indignado por la reciente boda de su estrella con el “podrido comunista” Clifford Odets el 8 de enero.




Rainer llegó a la ceremonia conduciendo desde San Francisco. Ella no tenía muchos vestidos de gala que ponerse, tanto que tuvo que usar un camisón desgastado para llegar a recoger su estatuilla. “Ese fue el lindo vestido que use”, confesaría Rainer muchísimos años después, como invitada a la ceremonia del 2003. El Gran Ziegfeld fue premiada como la Mejor Película del año, Frank Capra se llevó el premio de Mejor Director por El Secreto de Vivir (Mr. Deeds Goes to Town) y Paul Muni ganó como Mejor Actor gracias a su papel en La Tragedia de Luis Pasteur (The Story of Louis Pasteur, William Dieterle). La galardonada actriz tuvo que repetir su discurso de aceptación ¡8 veces! detrás del escenario para las cámaras de los noticiarios radiales. Finalmente, ella se volvió hacia Frank Capra, que fungía como Presidente de la Academia, y le preguntó: “¿Por qué no diriges esto?”, provocando la risa de los presentes. Luise Rainer incrementaría su desencanto con las ideas vacías de las conversaciones intelectuales en Hollywood, y consideraba su premio más un logro publicitario que una recompensa justa. Sin embargo, muy pronto el destino le daría la mayor sorpresa de su carrera…





Luego de su triunfo en El Gran Ziegfeld, el productor Irving Thalberg confió en ella para ponerla al frente de otra superproducción del estudio. Se trataba de la adaptación de la novela de Pearl S. Buck ganadora del Pulitzer La Buena Tierra (The Good Earth), que sería dirigida por el prestigiado Sidney Franklin y coprotagonizada por el también oscarizado Paul Muni. Ambos intérpretes ganadores del Oscar de 1937, interpretarían a un matrimonio oriental que tiene que pasar ciertas desventuras para lograr conservar sus tierras en la China revolucionaria. Se sabe que originalmente en la MGM se tenía contemplado que el filme fuera protagonizado por verdaderos actores chinos, pero ante la falta del personaje masculino principal, Thalberg propuso a Muni (que tenía contrato con la Warner) hacerse con el papel aunque tuviera que salir caracterizado como granjero oriental, y por consiguiente, se abandonó la idea de que la actriz Anna May Wong, nacida en California pero de ascendencia china, interpretara a su esposa “O-Lan”, papel que fue a parar a Luise Rainer, porque la oficina de censura del famoso Código Hays no permitía en pantalla el toque de mestizaje entre una mujer asiática real y un actor americano aunque éste estuviera maquillado de oriental. Rainer se negó a utilizar un pesado maquillaje y en la entrevista a finales de los años 90’s alabó a su director diciendo: “Yo tenía un director maravilloso, Sidney Franklin”, y explicó que ella uso una técnica de actuación similar a lo que más tarde sería llamado “el método interpretativo” siendo pionero su marido junto a sus compañeros en el teatro neoyorquino: “Yo trabajé desde mi interior hacia fuera. Eso no era para mí: poner un rostro o un maquillaje, o haciendo una fiesta de disfraces. Esto tenía que ser desde el interior. Yo sabía lo que quería hacer y él (Franklin) me dejó hacerlo.”



La Buena Tierra cuenta, esencialmente, la aventura vital del agricultor chino “Wang Lung” (Muni), un joven bonachón que se casa con la esclava “O-Lan” (Rainer), a la que ha solicitado en su visita a una siniestra casa de mujeres, habitual en la China de finales del siglo XIX. Desde el primer momento y con absoluta modestia, “O-Lan” será realmente el alma del entorno vital que rodea a “Lung”. Además de tener hijos, ayudará a su marido cuando la ocasión lo requiere. La llegada de una hambruna llevará a la familia a viajar de forma penosa al este, hasta la gran ciudad en busca de trabajo, sin embargo en su nuevo destino se encontrarán aún peor, pues no logran empleo o ingreso alguno, teniendo incluso la madre y sus hijos que mendigar para conseguir algunas monedas. Pero en medio de tanta miseria estalla la revolución y una vez más será “O-Lan” la que de forma casual y viéndose arrastrada por una muchedumbre que protagoniza una revuelta que asalta el palacio de la ciudad -donde está a punto de morir pisoteada por los campesinos que buscan enseres para robar-, encontrará una bolsa de piedras preciosas que logran remontar sus deseos de prosperidad familiar. Así “Lung” y su familia volverán a sus tierras de siempre, pero con una nueva condición: la de nuevos ricos. Pasan los años y aparecerá una seductora joven que será la segunda mujer (Tilly Losch) de “Lung”, y que solo pretende sacar del ya terrateniente las mayores riquezas posibles. “O-Lan” será reemplazada al sumiso papel de madre, ya no de esposa, pero pese a todos los desastres que aun sufrirá su familia, siempre será el principal apoyo del hombre al que ama…






Luise Rainer fue nuevamente nominada al Oscar por ese papel, y sus rivales en la categoría de Mejor Actriz fueron en esta ocasión:

a) Barbara Stanwyck con su primera nominación gracias al gran trabajo que realiza en Stella Dallas (King Vidor).

b) Janet Gaynor, la primera intérprete femenina en ganar el Oscar como Mejor Actriz en 1929, consigue otra nominación por su personaje de “Vicky Lester” en la primera versión de Ha Nacido una Estrella (A Star is Born, William A. Wellman).

c) La mítica actriz sueca Greta Garbo recibió su tercera y última candidatura por La Dama de las Camelias, conocida también con el título de Margarita Gautier (Camille, George Cukor).

d) Otra que participaba por tercera ocasión era Irene Dunne, ahora considerada por su trabajo en la comedia romántica La Pícara Puritana (The Awful Truth, Leo McCarey).

Pero el Círculo de Críticos Cinematográficos de Nueva York había premiado a Greta Garbo como la Mejor Actriz de 1937. Así que la Garbo, máxima estrella de la época y aún sin Oscar, se presentaba como la segura ganadora del Premio de la Academia de ese año. Sin embargo, cuando el presentador de la categoría, el actor C. Aubrey Smith, abrió el sobre, se escuchó un fuerte murmullo de asombro en la sala cuando anunció que la ganadora a Mejor Actriz era, nuevamente, ¡Luise Rainer!. La guionista Frances Marion recordaba en sus memorias: “La multitud en la cena se sorprendió de que Garbo perdiera frente a Rainer”. Hasta ahora, ningún actor o actriz había obtenido una segunda estatuilla y mucho menos, no de manera consecutiva. Rainer se sintió tan abrumada como el resto del público. Apenas el año pasado los miembros de la Academia la habían premiado, y ahora lo volvían hacer arrebatándole la estatuilla dorada a la más bella actriz sueca que engalanara las pantallas con los filmes que le producía la MGM, de la que era su máxima estrella. Y no es que Rainer no se mereciera el reconocimiento, en honor a la verdad, la estatuilla dorada le fue concedida con toda justicia; siendo este Oscar más merecido que el que obtuvo por El Gran Ziegfeld, pero derrotar a un mito del tamaño de la Garbo, no puede considerarse una casualidad, e Irene Dunne por su parte tuvo que ver con decepción como había sido vencida dos años seguidos por la misma actriz extranjera, y encima siendo ¡alemana! A Dunne todavía le esperaba una cuarta nominación, pero también se vería truncada en su carrera hacia el podium.



Luise Rainer fue la primera actriz en la historia de la Academia ganadora de dos Oscar consecutivos como Mejor Actriz, hecho que solo ha repetido Katharine Hepburn en 1968 cuando ganó por Adivina Quién viene a Cenar (Guess Who’s Coming to Dinner?, Stanley Kramer, 1967), y en 1969 cuando empató con Barbra Streisand por El León en Invierno (Lion in the Winter, Anthony Harvey, 1968). Además fue la primera alemana en recibir la famosa estatuilla.

Ese año, Spencer Tracy recibía su primer Oscar por Capitanes Intrépidos (Captains Courageous, Victor Fleming, 1937), y aunque no pudo asisitir al banquete de premiación por estar enfermo en el hospital, su esposa recibió la estatuilla en su honor. Al año siguiente, él sería el segundo premiado consecutivamente. Por su parte, Rainer fue de nueva cuenta obligada por Louis B. Mayer a asistir al banquete, y esa noche llegó acompañada de su marido, que estaba montando en Broadway su obra “The Golden Boy” (que posteriormente sería llevada a la pantalla con Barbara Stanwyck y William Holden), y según rumores, sostenía un romance en Nueva York con la rubia actriz Frances Farmer. El conflictivo matrimonio de Odets y Rainer terminaría en 1940 después de una sombra marital en la que Odets estaba convencido de que el sexo era el desagüe de su creatividad.




A pesar de las dos estatuillas logradas, la carrera de la actriz entró en caída libre y se derrumbó, convirtiéndose en la primera de las notables víctimas de la “maldición del Oscar”, un fenómeno que al parecer les ocurre a muchos intérpretes que luego de ganar la famosa estatuilla, los productores no saben en que películas ponerlos y acaban naufragando en el anonimato. En la década de 1990, la actriz se refirió así a su pasado oscaril: “Yo vine de Europa, donde estaba con un maravilloso grupo de teatro, y trabajaba. La única cosa en mi mente era hacer un buen trabajo. No sabía lo que eran los Premios de la Academia… Por mi segunda y mi tercera película (americana) yo gané un Premio de la Academia. Nada peor podría haberme pasado”.




Continuará en una segunda parte.

3 comentarios:

  1. Estupendo post, felicidades!...la verdad es que no se puede uno hacer idea de con quien competía en esa epoca,...sin duda las mejores actrices de cine (para mi), de todos los tiempos, el mejor cine...

    Que curioso que tanto éxito den como resultado el mayor de los olvidos...


    saludos

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  2. PRECIOSO POST SOBRE UNA PERSONALÍSIMA GRAN ACTRIZ.
    Es verdad que en El gran Ziegfeld tenía un papel francamente pequeño pero en La gran tierra estaba soberbia, era una película muy original para su época.

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  3. ella ganó los dos oscares pero realmente tuvo una filmografía muy corta...yo creo que Irene se merecía haber ganado, al menos dejó un legado mucho más grande y aunque tanto Irene como Luise han sido algo olvidadas con los años, creo que a Irene se le recuerda un poco más. Igualmente, muy bonito tu post y es bonito sabre que estas leyendas del cine aún están entre nosotros.

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