sábado, 23 de julio de 2011

Las 100 Mejores Películas del Cine Mexicano (X)




11.- Campeón sin Corona (Alejandro Galindo, 1945)

Drama urbano. Roberto "Kid Terranova" (David Silva) es un joven vendedor de nieves en la Lagunilla que gusta del deporte de las trompadas en el ámbito amateur, sin mayor interés que el de practicarlo. Un día, después de una bronca en la arena, decide tirar los guantes. Sin embargo, un manejador (o manager, que se oye mejor), el "Tío" Rosas (Carlos López Moctezuma) presencia un pleito callejero en el que Roberto le acomoda una "buena" a un transeúnte que golpeaba a su cuñadito. El tal Tío invita a Terranova a reincorporarse al pugilismo, y después de un intenso entrenamiento, lo lanza al boxeo profesional como peso ligero, donde obtiene éxitos rotundos que lo convierten en el boxeador del momento y rápidamente comienza a ganar dinero, el cual derrocha a manos llenas. Pero en su triunfal gira por Estados Unidos su suerte cambia: Su naturaleza de "pelado" provoca que "Kid" se subestime ante la superioridad de un contrincante mexico-norteamericano, Joe Ronda (Víctor Parra), el sentimiento de inferioridad por no entender inglés, el síndrome de perdedor, su nula mentalidad de ganador y su decepción amorosa con una chica sofisticada y "de mundo" (Nelly Montiel), derrumban su seguridad y lo empujan a emborracharse y visitar prostitutas, tocando fondo, hasta que retorna al medio humilde de donde provino y a los brazos de Lupita (Amanda del llano), su verdadero amor…

El box en el cine nacional es punto y aparte. Campeón sin Corona (1945) es la película inaugural y marca el esquema de las subsecuentes al ubicar las historias en los barrios bravos de la Ciudad de México (Tepito, la Guerrero, Peralvillo, la Lagunilla, Santa María la Ribera). Los boxeadores antes de ser famosos tienen diversas profesiones: carpinteros -como Pepe el Toro de Ismael Rodríguez, (1952)-, mecánicos y hasta ladrones. Al subir al cuadrilátero, los boxeadores recuerdan que se tuvieron que rifar el físico fajándose en las calles a puño pelón. Enseguida aprendieron qué el espectáculo tiene sus reglas y sus pesos (pluma, welter, mosca, ligero). En México los pesos en que se destaca son los menores.

Campeón sin Corona es una historia sobre la difícil pelea interior, acerca de las tumefacciones refrescadas en la esquina al término de cada round, sobre la insolencia de querer ser más, inspirada en la vida del famoso púgil mexicano Rodolfo "Chango" Casanova, un boxeador humilde que no estaba preparado para el triunfo, a pesar de que estuvo a punto de ganar el campeonato mundial de peso ligero: "una película deportiva llena de interés porque está arrancada a la vida misma", así anunciaba el cartel publicitario.

Considera como la mejor película de ambiente urbano y de barrio bajo hecha por el cine mexicano, Campeón sin Corona es una de las colaboraciones más exitosas de la mancuerna formada por el director Alejandro Galindo y el actor David Silva. La habilidad del maestro Galindo nos da detalle del ambiente: trifulcas, renuncias, golpes, luminarias, giras, contratos y toda esa naturaleza violenta de la función de box, engalanada por el legendario anunciante Antonio Padilla “Picoro” y por los comentaristas “Mago” Septién y Ramiro Gamboa, el “tío Gamboín”.

Estrenada en el Cine Palacio en 1946, la cinta sigue siendo en categoría una tragicomedia aguda, una apoteosis de la derrota, una epopeya del fracaso, no en vano toma al boxeador, síntesis de lo humano, pero con el matiz mexicano de los años 1940 (tanto que era promocionada como “la película más mexicana de las películas”). Y es que disecciona el complejo de inferioridad de aquel que tiene todo para triunfar, pero que se amilana a la hora buena, perdiendo incluso en la victoria.

La imagen el boxeador que no resiste la fama, el dinero, las mujeres, el status que la efímera gloria le rinde, parece un cliché eterno, pero quizá sea un destino, y uno muy cruel. Pero pudo haber sido peor, el desenlace original indicaba que terminaba perdido en el vicio, el director lo cambió a petición del productor Raúl de Anda, para dar quizá una esperanza, representada por Lupita y por la madre de Roberto, que lo encuentran y le piden volver a la nevería a “batir la de membrillo”.

Gran conocedor de las atmósferas y personajes de la Ciudad de México, Galindo supo imprimir desenvoltura y naturalidad a sus personajes. En palabras de David Silva: "Fue fácil interpretar al Kid Terranova porque Alejandro Galindo, autor de la historia, lo preparó bien, le tomó mucho interés y sabía el 'caló', ese lenguaje de barrio que tan magníficamente imprimió a la cinta." Película sustentada en el habla popular ("segurolas mamacita", "dos de resortes y un tepachoa"), en la rica expresión verbal acerca de la vestimenta ("goza el chipiturco"), la necesidad económica ("una lengua pa'l chivo"), la amistad, el trabajo, los vicios ("las tres de la bachicha de a tostacho") y el deseo amoroso ("de trompita pa'l caldo").

Campeón sin Corona se ha convertido en una referencia obligada para los estudiosos del cine mexicano y para el público admirador de la época de oro. Su valor como película trasciende los límites estrictamente cinematográficos y se inserta en el ámbito más amplio de la cultura popular mexicana. Sin lugar a dudas, Campeón sin Corona merece recordarse como uno de los grandes momentos de la cinematografía nacional y como uno de los mejores retratos de la realidad mexicana del siglo veinte. Fue merecedora de 6 nominaciones al Ariel en la entrega de 1947, entre ellas las de Mejor Película y Mejor Edición. Ganó las estatuillas de Mejor Actor (David Silva), Mejor Argumento Original (Alejandro Galindo), Mejor Coactuación Masculina (Fernando Soto) y como Película Más Mexicana.













12.- Enamorada (Emilio Fernández, 1946)

Melodrama romántico. En tiempos de la revolución, las tropas zapatistas del general José Juan Reyes (Pedro Armendáriz) toman la tranquila y conservadora ciudad de Cholula. Mientras confisca los bienes de los ricos del pueblo, el general Reyes se enamora de la bella, rica e indomable Beatriz Peñafiel (María Félix), hija del hombre más notable de Cholula. El desprecio inicial que Beatriz siente hacia el revolucionario da paso a la curiosidad y, finalmente, a un profundo y auténtico amor…

Melodrama de pasiones fuertes con tintes de comedia de enredos -que no esconde su obvia referencia a "La Fierecilla Domada" de Shakespeare-, Enamorada representa el epítome del cine de Emilio Fernández. Sus imágenes han cautivado a varias generaciones de mexicanos quienes, como Gabriel Figueroa, hemos caído hechizados ante el embrujo de los maravillosos ojos de María Félix. Filmada en 1946, a cuatro años del debut cinematográfico de María, Enamorada representó la primera colaboración entre Fernández y María Félix. Fernández la volvería a dirigir en Río Escondido (1947), Maclovia (1948), Reportaje (1953) y El Rapto (1953) y juntos interpretarían un romance fílmico con tintes violentos en La Cucaracha (1958) de Ismael Rodríguez. El Indio vivió enamorado de la Félix, y en éste filme deja ver lo que siente un macho ante el rechazo de la hembra, siendo Pedro Armendáriz su alter ego.

Para quienes se aproximen por primera vez a Enamorada, conviene recomendar tres secuencias de verdadera antología:

1. Después de tomar el pueblo, los revolucionarios se relajan platicando en la plaza principal. Beatriz (María Félix) pasa rumbo a la iglesia y se levanta ligeramente la falda para subir la escalinata. Al verla, el general Reyes (Armendáriz) le silba. Beatriz se vuelve, violenta, y sin pensarlo dos veces lo abofetea. Extasiado, Reyes murmura: "con esta mujer me voy a casar" y se lanza a perseguirla por los portales que rodean la plaza.

2. Orgullosa pero inquieta, Beatriz escucha a lo lejos la serenata que el enamorado Reyes le lleva a su balcón. Sólo vemos sus ojos y con eso es suficiente para saber que ella también se está enamorando. En el cine americano, el tema “La Malagueña” volvió a ser usado por Quentin Tarantino para la secuencia final de Kill Billl Vol. 2 (2004).

3. Las tropas del general Reyes se ven obligadas a abandonar Cholula, mientras Beatriz se está casando con su prometido. Desesperada, la joven estira el collar de perlas que lleva al cuello hasta que éste se rompe. Las perlas caen al suelo y ella corre a encontrarse con su verdadero amor.

La fama internacional adquirida por el "Indio" lo llevó a realizar en 1949 una versión hollywoodense de Enamorada, bajo el título de The Torch (titulada en algunos países como Del odio nace el amor o La Antorcha). Mientras que Armendáriz repitió su papel actuando en inglés, el personaje de Beatriz fue interpretado por Paulette Goddard, famosa actriz ex-esposa de Charles Chaplin. Aunque las comparaciones son odiosas, es preciso señalar que The Torch resultó ser una versión muy inferior de su antecesora. La Félix había logrado que Beatriz Peñafiel fuera un ser único e irrepetible dentro de la galería de personajes inolvidables del cine mexicano.

Enamorada recibió un total de 12 nominaciones en la tercera edición de los Premios Ariel de 1947. Fue candidata en las categorías de Mejor Actor (Pedro Armendáriz), Mejor Papel Incidental Masculino (Manuel Dondé), Mejor Argumento Original (Emilio Fernández, Íñigo de Martino) y como Película Más Mexicana. Ganó las estatuillas de Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actriz (María Félix), Mejor Fotografía (Gabriel Figueroa), Mejor Papel Incidental Masculino (Eduardo Arozamena), Mejor Edición, Mejor Sonido y Mejor Trabajo de Laboratorio (Estudios CLASA).

















13.- Pueblerina (Emilio Fernández, 1948)

Drama rural. Tras cumplir una condena en prisión por lesionar a Julio González, el ranchero (Guillermo Cramer) que abusó de su novia Paloma (Columba Domínguez), el campesino Aurelio (Roberto Cañedo) vuelve a su pueblo con la intención de reencontrarse con ella. Al llegar se entera de que su madre ha muerto y que Paloma vive exiliada del pueblo con su hijo, fruto de la violación. Aurelio busca casarse con Paloma y olvidar el pasado, pero el malvado Julio y su hermano Ramiro (Luis Aceves Castañeda) no están dispuestos a dejarlos en paz…

Para un número considerable de críticos y especialistas en el cine mexicano, Pueblerina es la mejor película de Emilio Fernández. La sencillez de su trama, la ausencia del tono discursivo al que el “Indio” era tan afecto y la mesura de la fotografía de Gabriel Figueroa fueron motivos de alabanza. Luego de su estreno, el periodista Álvaro Custodio señalaba: “Emilio Fernández ha madurado plenamente como director en Pueblerina. Si en anteriores producciones su labor parecía estar constreñida a los grandes efectos fotográficos, donde las figuras venían a componer el cuadro, en Pueblerina ha demostrado que no es sólo el gran impulsor de la maravillosa retina que es la cámara de Figueroa, sino un director en posesión de todos los recursos técnicos y un artista de rara sensibilidad.

Irónicamente, buena parte de los valores cinematográficos que se destacan en la cinta podría deberse más a las precarias condiciones de su rodaje que a que la habilidad con que Fernández supo manejar “todos los recursos técnicos” a su alcance. Ante la urgente necesidad de economizar recursos, Fernández había tenido que dejar a un lado cualquier tipo de consideración estética en la filmación de Pueblerina. Desde 1946, la industria del cine mexicano atravesaba por una severa crisis económica que había obligado a los productores a reducir drásticamente los presupuestos y tiempos de rodaje y a los directores a olvidarse de cualquier proyecto que representase una erogación cuantiosa. Así, con un presupuesto de tan solo 400 mil pesos y filmada en poco más de 15 días, Pueblerina sería la más barata de las cintas filmadas por el “Indio” Fernández en su etapa de esplendor.

La austeridad le vino bien a la cinta. Tanto en su trama como en sus imágenes, es posible vislumbrar en la cinta algo de los westerns de John Ford, director a quien el “Indio” siempre admiró. El guión lo firma Mauricio Magdaleno sobre una historia original de Fernández, y la serena aspereza de las imágenes de Pueblerina encuentra eco en las sobrias actuaciones de la pareja protagónica. Ante la imposibilidad de contar con grandes estrellas, el “Indio” brindó la oportunidad estelar a la joven Columba Domínguez -con quien sostenía una relación amorosa desde 1945- y a Roberto Cañedo, actor con larga experiencia como extra y en papeles secundarios. La selección demostró ser tan acertada que ambos llegaron a convertirse en asiduos colaboradores del cineasta e integraron la otra gran pareja emblemática de sus películas, además de la formada por Dolores del Río y Pedro Armendáriz.

Así como Columba fue la mujer definitiva en la tormentosa vida sentimental del “Indio” Fernández, Pueblerina llegó a ser una cinta tan importante para su realizador que, al final de su carrera, la volvió a filmar -con el mismo Cañedo en una triste reinterpretación de su papel original- bajo el título de México Norte (1977). Por supuesto que para el recuerdo sólo habrá una Pueblerina.

La cinta consiguió 9 nominaciones a los premios Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, de los cuales ganó tres: Mejor Actor (Roberto Cañedo), Mejor Música de Fondo y Mejor Fotografía. Fue nominada a Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión, Mejor Argumento Original, Mejor Edición y Mejor Actuación Infantil (Ismael Pérez). En el Festival Internacional de Cine de Madrid, España, en 1950, ganó el premio de Mejor Fotografía, al igual que en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, Checoslovaquia. En el Festival Internacional de Cine de Cannes, celebrado en 1949, obtuvo la presea por Mejor Partitura Musical.












14.- Canoa (Felipe Cazals, 1975)


Drama social. 14 de septiembre de 1968. Cinco jóvenes empleados de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla acuerdan ir un fin de semana a escalar y acampar en el volcán La Malinche. Uno de ellos dice conocer el camino y se preparan para la aventura. Pero el mal tiempo no les permite ascender y tienen que pasar la noche en el pueblo de San Miguel Canoa, población muy cercana de la capital del estado, pero a años luz de la más mínima manifestación de progreso. En esos días de conflictos estudiantiles los jóvenes son tomados por agitadores comunistas y el pueblo -convencido por el párroco local de que los comunistas quieren poner una bandera rojinegra en la iglesia- decide lincharlos. El espectador asiste a un supuesto documental basado en los hechos, en los que, de manera brillante, se ponen sobre la mesa los distintos elementos que dieron lugar a la tragedia...

Canoa es una de las películas más impactantes del cine mexicano moderno. Tomando como anécdota un hecho real, el guión de Tomás Pérez Turrent elabora el retrato realista de un México rural en donde el mundo moderno no tiene cabida. El pueblo de San Miguel Canoa -5,945 habitantes, a 12 kilómetros de la ciudad de Puebla- es sinónimo de un mundo donde las estructuras vigentes son las de la época colonial: el párroco del pueblo (interpretado por Enrique Lucero, la “Muerte” del filme Macario de Roberto Gavaldón) es quien tiene el poder de decisión sobre la vida de los habitantes del lugar.

Como un estudio sobre el fanatismo llevado al extremo, Canoa presenta los acontecimientos con ironía y realismo (si bien la cinta se filmó, lógicamente, en un pueblo aledaño, Santa Rita Tlahuapan). El filme critica a todos los actores del drama: los jóvenes linchados que se sienten ajenos al gran problema social del 68, el cura que se escuda en la religión para mantener sus privilegios, las autoridades corruptas, el pueblo que confunde religión con fanatismo. El filme es también uno de los pocos que tratan, aunque sea de forma colateral, el fenómeno del 68 en México. El tema, tabú para el cine mexicano, sólo ha sido tratado a la fecha en esta película, en los documentales El Grito (1968) de Leobardo López Aretche, México 68 (1969) de Óscar Menéndez, y en Rojo Amanecer (1989).

Salvo la deficitaria interpretación de alguno de los excursionistas, resulta espléndida la elección de actores: Ernesto Gómez Cruz, Roberto Sosa (padre), Arturo Allegro, Carlos Chávez, Jaime Garza, Gerardo Vigil, Rodrigo Puebla, Malena Doria, Flor Trujillo, Manuel Ojeda, entre otros. Muy hábil es la inserción de un personaje que interacciona con la cámara a modo de "narrador" (Salvador Sánchez), quien pasa por ser un habitante más pero que nos va guiando entre fragmento y fragmento de la historia. La película comienza como un documental, mostrando las realidades de una bella zona de México, pero acuciada por la pobreza, el hambre, el analfabetismo, que nos son presentados por sus habitantes en forma de falsas entrevistas. Después empieza a introducir la figura del sacerdote católico instigador de los hechos, un hombre inteligente y manipulador que dirige los destinos de los habitantes de Canoa como un dictador-cacique que sólo busca poder y enriquecimiento. Y luego nos presenta a los universitarios, unos jóvenes que deciden ir a escalar un monte en fin de semana y que por culpa de un temporal se ven obligados a pasar la noche en Canoa, confiados e ingenuos, pronto se dan cuenta de que no son bien recibidos allí y perciben un ambiente hostil. Mediada la película y sirviéndose de la noche y de la lluvia, la atmósfera se va tornando cada vez más densa y el director la va cargando de una tensión casi de thriller de suspense, sin llegar al sensacionalismo, mientras los jóvenes cándidamente se muestran ajenos a la que se les viene encima.

En 1976 Canoa fue nominada al Ariel de Oro como Mejor Película. Ganó la Diosa de Plata de los periodistas cinematográficos mexicanos en esta categoría y el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Berlín, además de que fue nominada al Oso de Oro.














1 comentario:

  1. QUE DIJERON QUIEERAN LAS 100 MEJORES PELICULAS Y LAS DEMAS??????

    ATTE: pyan2007@yahoo.com.mx

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